lunes, 18 de marzo de 2013

ASEO E HIGIENE PERSONAL

¿Cuántas veces os ha incomodado el olor o aspecto de otra persona? ¿Cuántas veces habéis entrado en una sala o en un transporte público (taxi, bus, metro...) y el olor era insportable? ¿Cuántas veces habéis querido decirle a alguien que su olor corporal os era molesto?

Cuando nos encontramos con alguien, no sólo utilizamos la vista para analizar su aspecto, también precisamos del olfato. Parece un poco absurdo realizar una entrada sobre el aseo y la higiene personal, pero verdaderamente creo que es algo primordial de lo que hay que hablar sin tapujos y, sobre todo, para aprender. 

Puede que, por costumbre, tengamos unas manías u otras que afecten a estos ámbitos tan importantes. Realmente, causan el mismo fastidio cuando son por exceso que cuando lo son por falta. Quiero decir: resulta incómoda una persona que tiene un aspecto sucio o huele mal, tanto como una persona que huele muchísimo a colonia y está incluso "pegajosa" de tantas cremas o maquillaje. 

Como siempre digo, las cosas siempre en su justa medida. Con esto me refiero a que, todos los utensilios de los que disponemos hoy en día (que son muchísimos) están a nuestro alcance de una manera u otra y, por eso, debemos hacer un uso correcto y adecuado de ellos. 

Las reglas a seguir son las siguientes:
  1. La ducha, cada la mañana. Parece una tontería pero no lo es. A los niños se les ducha por la tarde por comodidad de horario para los padres pero a los adultos nos corresponde la hora de la mañana. ¿Por que? Porque cuando estamos durmiendo también sudamos y esto supone que tanto nuestro cuerpo como nuestro pelo desprenda un olor del todo molesto para el resto. 
  2. Las manos y la cara siempre deben estar limpias. Debemos repetir esta conducta tantas veces como sea necesaria, no sólo por las mañanas. Las legañas u otros restos, siempre fuera.
  3. Debemos ir siempre bien peinados y tener el pelo limpio. Primero, se trata de una cuestión personal; pero también, de respeto a las personas con las que nos relacionamos. ¡OJO! De no hacerlo, podrían criarse "animalillos" en nuestro cuero cabelludo propios de infecciones de niños como los piojos.
  4. Es importante cortarse las uñas amenudo. ¿Por qué? Porque en ellas se suele acumular la suciedad y no es bonito ver unas uñas con restos. Tanto limarlas como cortarlas son un buen remedio. Y, sobre todo, si sois de las que no podéis vivir sin pintaros las uñas (yo lo soy) debéis recordar que es importante usar esmaltes que no dañen la uña, que no la amarilleen y que no produzcan infecciones. No digo que os compréis los pintauñas de marcas caras, sino que existen bases para proteger la uña que son una maravilla. ¡Usadlos!
  5. La dentadura siempre limpia. Creo que es una de las cosas que más repulsión puede dar. Tener mal aliento (cuando es cuestión de falta de higiene, no de halitosis- enfermedad estomacal) es muy fácil de percibir tanto para la persona que lo tiene como para el resto. Cuando se van a pasar muchas horas fuera de casa no tiene nada de malo llevarse el cepillo de dientes en el bolso o en la chaqueta, de hecho, venden minicepillos que se adaptan a las necesidades de las personas que no comen en casa.
  6. Las prendas que llevamos siempre limpias, sin tener manchas ni suciedad, ni deben estar descosidas o rotas. 
  7. La ropa no se reutiliza dos días. En este caso, hablamos de la ropa interior o de las prendas que han estado en contacto con zonas del cuerpo que suelen desprender sudor, por ejemplo: las camisas con las axilas, los calcetines con los pies... Y, también, se deben tener en cuenta las ropas de casa, las sábanas, colchas, etc. Un cambio semanal suele ser lo mínimo e indispensable pues por la noche también se suda y se desprenden olores que acaban "enganchándose" a las sábanas. En verano, dos cambios semanales puede ser lo apropiado.
  8. Medias, calcetines y zapatos deben estar siempre limpios de polvo y lodo. En verano debemos cambiar amenudo estas prendas para evitar el mal olor del sudor.
  9. Colonia y desodorante, los mejores aliados. En primer lugar, la colonia o el perfume debe ser utilizado de forma correcta. Los puntos en los que se debe aplicar son: cuello (debajo de cada oreja) y en cada muñeca. En segundo lugar, el desodorante no es opcional, es obligatorio. En orden, su uso sería: jabón en la ducha, desodorante antes de vestirse y colonia cuando ya estamos vestidos.
  10. La actitud: de nada sirve tener en cuenta las prácticas anteriores si no tenemos una actitud higiénica ante la vida. No se trata de catalogarlo como "manías" pues son cuestiones de amabilidad, cortesía y, sobre todo, de responsabilidad propia.
Estoy segura de que habéis vivido muchas situaciones en las que el olor de la otra persona hacía del todo incómoda la situación y no os habéis atrevido a decir nada. Bien, cuando una situación así es prácticamente insportable, debéis buscar soluciones sin dañar a la otra persona. Buscar alternativas tales como: abrir ventanas, salir a un lugar donde haya ventilación... Pero, si es imposible, yo recomiendo que, con muchísimo tacto y cuidado, alertéis a la persona sobre su olor. Es muy importante tener cuidado pues la persona en cuestión puede sentirse ofendida (que es lo más probable que ocurra) y debéis ser previsores en su reacción, pues a nadie le gusta que le digan algo así aunque sea verdad.

¡Qué importante es salir de casa bien duchado, peinado y aseado! Estas prácticas se deben inculcar de padres a hijos para que así aprendan la importancia que tienen desde pequeños.

¿Qué os han parecido las 10 reglas de oro? ¿Añadiríais alguna más?

Besos,
B.

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